Cuentos de hadas (1)
- Escribo por Ti
- 19 dic 2015
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La ninfa no se mereció el destino que los dioses decidieron. Habían pesado sus virtudes sobre sus defectos y, aunque fue feliz durante un tiempo, éste resultó demasiado corto para que pudiera tocar sus sueños con la punta de los dedos.
Por esa razón, cuando el resto de las dríades terminaron de llorar su muerte, decidieron enfrentarse a los dioses. No deseaban dialogar con ellos, tampoco pedirles explicaciones, sólo pasaron a la acción.
Bajo la luna, entre estrellas y nenúfares, se bañaron durante horas en el Gran Lago. Cada una había traído una cajita con los ingredientes rescatados de su memoria: dolor, risas, llantos, poemas, rabia y abrazos. En mitad de la noche los esparcieron en el agua y dejaron que sus cuerpos flotaran por encima de ellos.
Sabían que, con el día, el sol evaporaría de su piel cualquier rastro. Quizá mañana sólo nosotras conservaremos su olor, se dijeron. Pero el aroma permaneció a su paso por los bosques y perduró toda la eternidad.
Los dioses las vieron, supieron y se avergonzaron levemente.
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