Cuentos de gente buena (3)
- yoescriboporti
- 3 may 2016
- 2 Min. de lectura

Sí, señora, llevo muchos años conduciendo autobuses. ¿Qué le parece? Incluso, antes de estar en la empresa municipal llevé autocares. Sí, sí, los de las excursiones. Seguro que usted era de las que nos decía que tuviéramos cuidado cuando se subía el grupo del colegio de su hijo para ir a la Sierra. Seguro. ¿Ve?, ya se lo decía yo. Agárrese bien, no se vaya a caer. Bien, mis hijos están bien, ¿qué tal su nieta?, hace tiempo que no la veo. Es muy simpática, siempre me dice: ¡Azucena, qué gusto ver a una mujer autobusera!, autobusera, ya ve, como si existiera semejante palabra. Pero tiene razón, ¿sabe?, somos pocas. A mí me costó entrar, no crea, los compañeros me miraban mal y el primer jefe que tuve se mosqueó un montón porque le exigí que cerrara un wáter para mí en las cocheras. ¡Vamos!, pues no me decía que le pidiera a un compañero que se pusiera en la puerta para que los demás no entraran. Lo que hay que oír, señora. No, no me canso. Me gusta conducir por la ciudad. Ya sé que es un poco estresante, pero no me importa. Me siento importante aquí arriba, llevando de parada en parada a toda esta gente. Es mejor que si van en coche, ¿no le parece? Además, así conozco a personas como usted, ¿no? Tenga cuidado, que voy a girar por allí y es una curva un poco cerrada. Anda que… mire ese, se ha atravesado, ¡para qué querrá los intermitentes!, ya le vale… A veces no se dan cuenta de que todos queremos llegar sanos y salvos a nuestro destino, ellos van como si circulasen solos y yo tengo mucha responsabilidad. No, no me dejan llevar música porque me puedo distraer. En realidad, tampoco me permiten hablar con nadie, no, no se ría, con usted es distinto, usted es especial. ¿Cuánto hace que nos conocemos? Una eternidad. ¿Sigue yendo a casa de su nieta a planchar?, ¡no sabe la suerte que tiene!, ¡ya quisiera yo una abuela como usted! No, mujer, estaría bueno, ¡cómo le voy a decir donde vivo para que vaya! Además, no se preocupe, mi marido es muy apañao y hay días que llego y me tiene hasta la cena preparada. De verdad, créalo, y agárrese, ya estamos llegando a su parada. Mire, aquí está, ¡hala, tenga cuidado al bajar!, espere que muevo el trasto este para que se acerque a la acera, así, listo, ya puede bajarse. ¡La veo el próximo jueves que el martes libro! ¡Y no corra para coger el bus, que sabe que me fijo y la espero, a ver si se va a caer! ¡Un beso a su nieta y dele recuerdos!
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